El cambio climático en tiempos de incertidumbre

 

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ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA POLÍTICA EXTERIOR (Nº ENERO-FEBRERO, 2017)

Días después de la entrada en vigor del Acuerdo de París el 4 de noviembre de 2016, un negacionista climático, Donald Trump, ganaba las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. La comunidad internacional se prepara, en consecuencia, para la demolición del importante legado climático de Obama. El Acuerdo de París, al ser un tratado internacional, no puede ser unilateralmente revocado. Ahora bien, la casi segura retirada de Estados Unidos del mismo supondrá un golpe muy duro contra la arquitectura climática construida en los últimos años, así como contra la contención de emisiones que Estados Unidos ha logrado en la última década.

Una de las posibles consecuencias negativas de esa elección es que la crisis del clima pierda relevancia política en las principales capitales, no sólo en Washington, como ocurrió tras la fallida cumbre de Copenhague, en un momento en que la alteración de clima se está acelerando y sus impactos están siendo más severos de lo previsto. La transición hacia un nuevo estado en el sistema helado del Ártico está emergiendo y en pocos años permanecerá libre de hielo durante cuatro o cinco meses al año (Peter Wadhams. A firewell to ice. A report from the Arctic. 2016); las capas de hielo polares de Groenlandia y el Oeste de la Antártida están reaccionando a la alteración del clima perdiendo entre ambos sistemas, según datos recientes, alrededor de cuatrocientos kilómetros cúbicos de hielo al año (German Advisory Council on Global Change, 2014); un estudio de la NASA (Benjamin y otros, Journal of Geophysical Research, 2016) ha concluido que la sequía extrema que se inició en 1998 y finalizó en 2012 en la región del Levante Mediterráneo (Israel, Jordania, Líbano, Palestina, Chipre, Siria y Turquía) ha sido la más severa de la región en novecientos años; se está produciendo el colapso de buena parte de los ecosistemas de arrecifes de coral; la intensidad de las olas de calor ha situado los termómetros en máximos de 510C en Phalodi (India), 53,90C en Basra (Irak) y 540C en Mitribah (Kuwait) en el verano de 2016, rozando los límites de la tolerancia humana (The Economist, 6 de agosto, 2016); se acelera la desaparición de los pequeños Estados isla del Pacífico bajo las aguas.

En el año 2016, el incremento de la temperatura ha sido ya de 1,20C respecto a la existente en tiempos pre-industriales. Quince de los dieciséis años más cálidos desde que existen registros, 1880, han ocurrido en el siglo XXI (Status of Global Climate in 2015. Organización Meteorológica Mundial, 2016). Además, debido a las emisiones que han tenido lugar en las dos últimas décadas y media, aunque cesasen a día de hoy las emisiones mundiales la temperatura aumentaría otros 0,4-0,50C. La razón es el lapsus temporal que existe entre el momento en que se generan las emisiones y la respuesta del sistema oceánico-atmosférico al forzamiento radiativo en forma de aumento de la temperatura. En consecuencia, el objetivo del Acuerdo de París de situar el incremento de la temperatura cerca de 1,5ºC, si bien es políticamente positivo en la práctica es casi inalcanzable. De hecho algunos científicos climáticos consideran probable que ese incremento de la temperatura se alcance a comienzos de la década de 2030 (The truth about climate change, Watson y otros, 2016).

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LOS LÍMITES ECOLÓGICOS DE LA TIERRA (Publicado en la revista de pensamiento y cultura Grand Place)

Los seres humanos y el mundo de la naturaleza se encuentran en una trayectoria de colisión. Las actividades humanas están infligiendo un daño severo y a menudo irreversible al medio ambiente y a los recursos naturales. […] Se precisan, en consecuencia, cambios urgentes si queremos evitar la colisión a la que nos conduce nuestra actual trayectoria.

Unión de Científicos, Aviso a la humanidad por parte de la comunidad científica mundial[1]

La Tierra es nuestra casa común

La Tierra es nuestra casa común

Trayectoria de colisión

La actual trayectoria de la especie humana es de abierta colisión con la biosfera. La actual relación de Homo sapiens con el sistema Tierra[2] está generando un proceso de desestabilización que en términos ecológicos está ocurriendo de manera muy rápida. Desde la revolución industrial y con una fuerte aceleración a partir de la segunda mitad del pasado siglo XX, la humanidad se ha adentrado en un intenso proceso de crecimiento demográfico, económico y tecnológico cuyas presiones e impactos ambientales están desestabilizando importantes sistemas de soporte de la biosfera –en especial el clima, la diversidad biológica y la salud de los océanos–, ocasionando una crisis ambiental de carácter sistémico.

El químico y premio Nobel Paul J. Crutzen ha defendido que la revolución industrial señala el final de la era geológica del Pleistoceno y el inicio del Antropoceno, era caracterizada por la influencia decisiva de los seres humanos en los procesos naturales que tienen lugar en la Tierra. Desde comienzos del presente siglo XXI, el concepto Antropoceno se ha incorporado a la literatura científica como expresión del grado de cambio ambiental provocado por los humanos en nuestro planeta. Su posible definición y aceptación formal se ha convertido en una cuestión muy importante en las Ciencias de la Tierra.

La Tierra ha conocido numerosos cambios ambientales a lo largo de los últimos doce mil años. Sin embargo, en ese período las condiciones generales han permanecido relativamente estables y la humanidad ha podido progresar en un entorno favorable. La revolución industrial iniciada hace 250 años en Europa señala un punto de ruptura. La mencionada revolución industrial activó una serie de fuerzas motrices – intenso crecimiento económico, explosión de la demografía humana, utilización masiva de combustibles fósiles, acelerada transformación tecnológica- cuyas presiones e impactos han provocado importantes problemas ambientales, no ya en el ámbito local o regional como en el pasado, sino de alcance global. Por supuesto, se siguen produciendo impactos ambientales graves de alcance regional. La muerte biológica del mar Aral en Asia Central, la destrucción de las selvas tropicales en Indonesia, el colapso de las pesquerías del bacalao en el Atlántico Norte, la desaparición de los glaciares andinos, el agotamiento del acuífero de las Grandes Llanuras en Estados Unidos, la zona de sequía permanente en el noroeste de China, son algunos ejemplos.

En el nivel más profundo de análisis, la desestabilización de los sistemas de soporte de la biosfera es el resultado del impacto provocado por el proceso de expansión y dominio sobre la naturaleza que Homo sapiens puso en marcha hace sesenta mil años, cuando abandonó su hogar africano y se lanzó a la conquista y ocupación de todos los continentes, ecosistemas y entornos naturales. Ese proceso se ha mantenido hasta el presente sin interrupción. Las fuerzas básicas de supervivencia y reproducción que actuaban entonces en sus individuos, continúan haciéndolo en la actualidad. Como tendencia de fondo sigue predominando una relación de colonización del medio natural caracterizada por la apropiación agresiva y depredadora del entorno, la transformación altamente desordenada y entrópica del mismo, orientada hacia una maximización de la satisfacción individual en el corto plazo, independiente de las consecuencias que ello origine en el largo plazo para las siguientes generaciones y para el resto del ecosistema. Esta es la razón por la que la crisis climática-ambiental global en la que nos hemos adentrado ha de entenderse, en primer lugar, como una crisis ecológica. Aquella especie, Homo sapiens, que, persiguiendo a las manadas de caza, abandonó su cuna africana hace sesenta mil años; que, organizada en grupos de cazadores-recolectores, protagonizó un periplo épico de dispersión y descubrimiento que le permitió colonizar todos los continentes; aquella especie que creó formidables civilizaciones y culturas, se ha convertido en una fuerza ecológica de alcance planetario. Su capacidad de transformación del medio natural es tan abrumadora y su población tan numerosa (7300 millones en 2016 y se encamina hacia los 9600 a mediados de este siglo) que su trayectoria ha comenzado a colisionar con el tejido de la biosfera[3].

Ante este diagnóstico surge una pregunta inevitable: ¿Cómo es posible que el desarrollo económico haya desencadenado una crisis climática-ambiental de carácter sistémico? La respuesta en el fondo es sencilla: la salud ambiental de la biosfera no ha formado parte de la ecuación del crecimiento económico. El crecimiento, sin adjetivos, ha estado en el núcleo del pensamiento económico desde que la Economía quedó configurada como ciencia social con el trabajo pionero de Adam Smith, La riqueza de las naciones (2010). En las tres últimas décadas con la formulación del concepto “desarrollo sostenible” se ha tratado de reconducir la situación, si bien con escasos resultados. Las respuestas a los problemas ambientales de alcance global no han funcionado de forma satisfactoria porque se han abordado desde un marco de referencia que ha dejado de lado las fuerzas motrices. Implícita o explícitamente, se han enfocado los problemas como si fuesen meros desajustes en el modelo de desarrollo que se pueden corregir con arreglos menores desde la economía, la tecnología y la legislación. Las respuestas se han dirigido a reducir en el margen las presiones o los impactos, es decir los síntomas, evitando afrontar las causas. No ha existido voluntad política ni demanda social suficiente como para analizar con mirada crítica las fuerzas motrices. Esa mirada hubiese afectado a cuestiones sensibles del sistema socio-económico como el crecimiento demográfico, la orientación absoluta hacia el incremento del producto interior bruto (PIB) o el sistema energético basado en combustibles fósiles. En definitiva, se ha abordado como un problema de gestión lo que es una desestabilización ambiental de carácter sistémico.

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Geopolítica del cambio climático

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Este breve ensayo ha salido publicado en la revista Tiempo de Paz, en un número especial dedicado a la situación abierta tras el Acuerdo de París editado en julio de 2016.

Ninguna disposición es estática. Cualquier situación dada es temporal, se encuentra, por definición, en estado de evolución. China con sus cuatro mil años de civilización y veintitrés siglos como Estado unificado tiene una larga historia de pensamiento estratégico en el que “cada pieza del tablero” ha de leerse siempre en relación con el conjunto del mismo y con una perspectiva a largo plazo En su libro China (2012), el antiguo Secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger, explica cómo el pensamiento estratégico del Reino del Medio gira en torno al concepto “shi”. Hace referencia a “la energía potencial de una situación en proceso de desarrollo, es decir, al poder inherente en la disposición específica de los elementos y su tendencia estratégica”. Aplicada esa reflexión a la crisis del clima se trata de analizar el histórico Acuerdo de París intentando comprender las fuerzas subyacentes geopolíticas que lo han determinado y las líneas de fuerza que lo definirán en el futuro.

El cambio climático en un problema universal en sus causas y en sus consecuencias. Ahora bien, el 55 por cien de las emisiones mundiales son responsabilidad de cinco grandes emisores[1]– China, Estados Unidos, la Unión Europea, la India y Rusia-. Sus políticas energéticas y sus relaciones diplomáticas sobre el clima definirán, en gran medida, el marco de referencia en el que tendrá lugar (o fracasará) la reconducción de la crisis climática a lo largo de la primera mitad del siglo XXI. Son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (considerando que Francia y el Reino Unido “representan” a la UE), y la India, el país que contará con la mayor población del mundo en 2030.

Si los planes presentados por los gobiernos nacionales ante las Naciones Unidas con ocasión de la cumbre del clima de París se llevan a cabo de forma satisfactoria, la trayectoria de las emisiones conocerá una importante modificación respecto a la que ha prevalecido entre 1990 y 2015. La nueva trayectoria de las emisiones conducirá a un incremento de la temperatura media de la atmósfera a finales de este siglo entre 2,7-3ºC. Estaríamos ante un escenario de relativa estabilización de las emisiones globales durante varias décadas una vez que se alcance el pico de las mismas hacia el año 2030.

Ahora bien, alcanzar el objetivo formulado por la comunidad internacional precisa no una estabilización sino la reducción drástica y continuada de las emisiones globales. La única manera de hacer viable el objetivo de limitar el incremento de la temperatura media de la atmósfera a los 1,5-2ºC es alcanzar el pico de emisiones entre 2020-2025 y, a partir de ese momento, disminuirlas de forma continuada y significativa (alrededor del 5 por cien al año) hasta mediados de este siglo. En otras palabras, precisa la descarbonización masiva de la economía mundial entre 2016 y 2050. La posición de los cinco mayores emisores será el elemento que marcará la diferencia y definirá, en gran medida, el éxito o el fracaso colectivo ante ese desafío.

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La era de la responsabilidad (El País)

Kerry firmando con su nieta

El presidente Obama, en la entrevista en profundidad mantenida con el periodista Jeffrey Goldberg y publicada en la revista Atlantic este mes de abril, se ha referido al cambio climático de manera inusualmente grave. Si no es reconducido, afirma, “representará una amenaza existencial para el mundo”. El pasado 22 de abril se ha abierto en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York el proceso de ratificación del Acuerdo de París. Más de 170 gobiernos han participado en el evento presidido por el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, lo que permite vislumbrar la posibilidad de que el Acuerdo quede formalmente ratificado antes de un año (se precisa que un mínimo de 55 países, responsables de, al menos, el 55 por cien de las emisiones totales, entreguen sus documentos formales a las NN.UU). Tras la ratificación, su aplicación práctica comenzará el año 2021, tras finalizar la vigencia del Protocolo de Kioto II.

El Acuerdo de París significa un paso importante en la buena dirección. Ofrece unas bases sólidas desde las que avanzar en los próximos años. Su principal limitación es que las medidas de mitigación de las emisiones las deciden los gobiernos nacionales respectivos, sin que exista un poder normativo internacional o transnacional que les obligue a ello. Sin embargo, hay que recordar que esa vía ya se intentó con el Protocolo de Kioto y apenas tuvo recorrido. Ni China ni Estados Unidos han estado nunca dispuestos a aceptar mandatos de mitigación de sus emisiones procedentes de una autoridad externa a sus propios gobiernos. Esa es la realidad. Partiendo de ahí, lo logrado en París es importante. Si los planes de mitigación presentados por 189 gobiernos nacionales ante las Naciones Unidas se llevan a cabo de forma satisfactoria, la trayectoria de las emisiones conocerá una importante modificación respecto a la que ha prevalecido entre 1990 y 2015. La nueva trayectoria conducirá a un incremento de la temperatura media de la atmósfera a finales de este siglo de 2,7ºC, en lugar de los 4,5ºC a la que conducía la anterior. El objetivo formulado por la comunidad internacional en París, limitar el incremento a 1,5-2ºC, implica alcanzar el pico de emisiones hacia 2020 y, a partir de ese momento, disminuirlas de forma continuada y significativa hasta mediados de siglo. En otras palabras, requiere la descarbonización masiva de la economía mundial entre 2016 y 2050.

Una vez que el Acuerdo entre en vigor la mayor incertidumbre para su consolidación se deriva del proceso político de los Estados Unidos. Si el próximo presidente fuese un candidato clima-escéptico del Partido Republicano, el futuro del mismo se debilitaría de forma notable, si bien no tendría que suponer su final. Si ese fuese el escenario de referencia mi recomendación a los decisores políticos sería que Europa y China mantuviesen su pleno apoyo al Acuerdo y desplegasen sus recursos diplomáticos para conseguir que otros actores importantes del sistema internacional – Rusia, India, Japón, Brasil, Canadá, Australia…- hiciesen lo mismo. En esas circunstancias, antes o después el gobierno de Estados Unidos tendría que regresar a una política climática multilateral constructiva.

Puedes leer el artículo completo aquí

Crisis climática-ambiental. La hora de la responsabilidad (Galaxia Gutenberg, 2016)

Libro y fondo de pantalla

 Nota de prensa enviada por la editorial Galaxia Gutenberg para la presentación de mi libro

Antxon Olabe presenta reflexiones y propuestas que contribuyen a reconducir la situación de la crisis climática en varios niveles complementarios, analizando la relación entre el hombre y la naturaleza hasta la época actual, planteando una convergencia necesaria entre Economía y Ecología científica, y reflexionando sobre las formas de detener el cambio climático que el crecimiento demográfico, económico y tecnológico del hombre está causando.

La Tierra es el lugar del cosmos en el que se originó hace 3.800 millones de años el más singular de los fenómenos conocidos del universo, la vida. Y en ella apareció Homo sapiens, cuyo destino evolutivo vendría marcado por su extraordinaria especialización hacia la inteligencia. Pero la actual relación de la especie humana con su planeta está generando, en términos ecológicos, un rápido proceso de desestabilización. Esta desestabilización se manifiesta sobre todo en el clima, con nefastas consecuencias para todo el planeta y sus habitantes. En el ensayo Crisis climática-ambiental se plantean ideas y reflexiones para encarar el problema a través de un acercamiento holístico e integral al diagnóstico y a parte de la solución.

Opiniones sobre el libro:

  • «Antxon Olabe ha conseguido un ensayo que es científicamente sólido y además ameno. Uno de los puntos fuertes de este libro es que su temática -cómo el hombre ha ido desestabilizando peligrosamente los equilibrios de nuestro planeta y qué hacer para revertirlo- es, sin duda, unos de los temas decisivos de nuestro tiempo».

Mikel González-Eguino. Ingeniero-Economista. Investigador del Basque Center for Climate Change.

  • «Las relaciones internacionales, la sociología, la filosofía, el Derecho, la política, los juegos entrecruzados de intereses en presencia…esta suma de enfoques sabiamente articulados otorgan al texto un valor añadido, porque orienta al lector, con un hilo conductor imperceptible pero muy bien trabajado, a entender que nada ocurre por casualidad. Se disfruta y se aprende con su lectura».

Juan Jose Álvarez Rubio. Catedrático de Derecho Internacional Privado. Secretario General de GLOBERNANCE (Instituto de Gobernanza Democrática).

  • «Un libro con una más que necesaria visión holística, inspirador, con un buen análisis de causalidad, que aporta soluciones para afrontar con éxito y esperanza la crisis ambiental y que, sobre todo, incita a la acción de la ciudadanía empoderándola como elemento y motor esencial para la transformación. Estamos a tiempo y existen soluciones».

Mario Rodríguez. Director ejecutivo de Greenpeace España.

  • «Considero que es un libro de gran altura científica sobre un tema de enorme actualidad, por lo que estoy convencido de que tendrá amplia resonancia tanto entre el público especializado como para el público en general».

Daniel Innerarity. Catedrático de Filosofía. Director de GLOBERNANCE (Instituto de Gobernanza Democrática).

 

 

EL CAMBIO CLIMÁTICO ES EL DESAFÍO QUE DEFINIRÁ EL SIGLO XXI (Publico.es)

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Entrevista publicada por el Asombrario, suplemento de cultura y medio ambiente del diario digital Publico.es, el 7 de abril, 2016.

«Hay libros recomendables y libros de lectura necesaria. Entre estos últimos figura ‘Crisis climática-ambiental. La hora de la responsabilidad’, del economista ambiental Antxon Olabe, publicado recientemente por Galaxia Gutenberg. Le entrevistamos para ‘El Asombrario Recicla’, y se muestra contundente al sostener afirmaciones como éstas: “No podemos permitir que nuestros hijos y nietos hereden un mundo climática y ambientalmente devastado. Nuestro sentido moral se ha de rebelar como lo hicieron nuestros padres contra la tiranía y la esclavitud, contra el totalitarismo y por la democracia. Ese es el legado, la tradición a la que pertenecemos”. Entrevistamos a uno de los máximos expertos españoles sobre cambio climático: Antxon Olabe, heredero de la exquisita tradición científica anglosajona, que combina el rigor y la divulgación de los conocimientos. Olabe asesora a varias instituciones internacionales y colabora con diversos medios de comunicación, además de mantener el blog ambiental Punto de inflexión. En Crisis climática-ambiental. La hora de la responsabilidad, un ensayo apto para todo tipo de lectores, Olabe maneja múltiples disciplinas para analizar y proponer soluciones globales al cambio climático, quizá la mayor amenaza a la que se enfrenta hoy la Humanidad, y a la que esta sección no podía dejar de atender».

La entrevista la puedes leer aquí

Millenium (RTVE, La2). El cambio climático, una realidad

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Programa sobre el cambio climático en Millenium de La2, emitido el 7 de diciembre, 2015.

En el panel de invitados figurábamos Ferran Ballester del Centro Superior de Investigación de Salud Pública de Valencia (médico, experto en salud y medio ambiente), Cayetano López Martínez, director general del CIEMAT (catedrático de Física Teórica, de la Universidad Autónoma de Madrid), Jacob Petrus, meteorólogo, presentador del programa de RTVE, Aquí en la Tierra, y yo mismo.

El programa lo puedes ver aquí.

La conversación global sobre el cambio climático (Política Exterior)

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Con ocasión de la Cumbre del Clima de París Política Exterior me ha publicado en su número de noviembre-diciembre, 2015, una reseña acerca de los siguientes libros e informes sobre el cambio climático:

Al Gore. Una verdad incómoda. La crisis planetaria del calentamiento global y cómo afrontarla.  Editorial Gedisa, 2007.

Al Gore. Nuestra elección. Un plan para resolver la crisis climática. Editorial Gedisa, 2010.

Francisco Bergoglio. Laudato si. 2015 (disponible en la red).

IPCC.  Quinto informe. Síntesis para decisores políticos. (disponible en la web del IPCC). James Lovelock.  The Vanishing Face of Gaia. A Final Warning. Allen Lane, Penguin Books, 2009. Anthony Giddens. The Politics of Climate Change. Polity, 2009.

Gwynne Dyer. Guerras climáticas. La lucha por sobrevivir en un mundo que se calienta. Librooks, 2014.

James Hansen.  Storms of My Grandchildren. The Truth about the Climate Catastrophe and Our Last Change to Save Humanity. Bloomsbury. 2009.

Naomi Klein. Esto lo cambia todo. Capitalismo vs cambio climático. Paidós. Estado y Sociedad, 2015.

Nicholas Stern. The Economics of Climate Change. Cambridge, 2007.

Nicholas Stern. A Blue Print for a Safer Planet. How to Manage Climate Change and Create a New Era of Progress and Prosperity. The Bodley Head, 2009.

Ernesto Zedillo.  Global Warming. Looking beyond Kyoto. Brookings Institution Press, 2008.

La reseña la puedes leer aquí

La crisis climática como problema moral (CLAVES de la razón práctica)

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Ensayo publicado por la revista de pensamiento crítico y cultura «CLAVES de razón práctica» en su número de septiembre-octubre 2015.

La reconducción política del cambio climático ha entrado en una nueva fase. Tras dos décadas de desencuentros el acuerdo entre los gobiernos de los Estados Unidos y China a finales de 2014 y la importante posición adoptada por la Unión Europea, han reactivado la política climática internacional ante la decisiva cumbre de París. Incluso el papa Francisco ha irrumpido en la conversación global sobre el tema aportando un documento de hondo contenido social y ecológico.

A la hora de abordar la crisis del clima el texto que aquí se presenta reivindica el legado del proyecto filosófico de la modernidad cuyo programa emancipador, como ha defendido Habermas, no ha finalizado. Una de sus tareas pendientes es, precisamente, activar su espíritu crítico y reflexivo para contribuir a crear los mimbres culturales y políticos que impulsen la necesaria transición de un sistema energético global que ha comenzado a desestabilizar el clima de la Tierra, generando una situación de riesgo para el futuro de la humanidad.

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El histórico alegato de Francisco (El País)

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Publicado en el diario El País el 27 de agosto, 2015.

«La encíclica del papa Francisco Laudato si ha supuesto un hito en la conversación global sobre la situación ambiental de nuestro mundo. Tras el documento de Bergoglio nada será igual en la mirada de la comunidad católica hacia la custodia de la naturaleza. El texto ha hecho historia por razones que van más allá de su importante repercusión en el actual debate sobre el cambio climático. El que el máximo responsable de una tradición religiosa milenaria en la que se reconocen cientos de millones de personas haga una apelación expresa a sus fieles, en el marco de un documento formal del más alto rango, a una profunda conversión ecológica es algo inaudito, por mucho que algunas voces insistan en la continuidad de esa enseñanza respecto a las impartidas por papas anteriores.

Bergoglio ha escrito un texto de hondo contenido espiritual, político, ecológico y social, en el que el compromiso con los más vulnerables y desfavorecidos de la Tierra cruza transversalmente todo el documento. Mi intuición es que su repercusión perdurará a lo largo de los próximos años contribuyendo a alimentar los necesarios debates sobre la reconducción de la crisis ambiental, el problema de la pobreza extrema y la desigualdad Norte-Sur. Es también un escrito de rica urdimbre intelectual en la mejor tradición de la Compañía de Jesús. El jesuita argentino Bergoglio ha presentado un diagnóstico implacable sobre la crisis ambiental y ha tenido el acierto de situar el problema del cambio climático en ese marco más amplio, incorporando a su reflexión otros temas cruciales como la pérdida de diversidad biológica, la escasez de agua potable o la degradación de los océanos. En ese sentido, estamos ante un diagnóstico alineado con los informes más serios de las instituciones internacionales de referencia…»

Puedes leer el artículo completo aquí.